de la energía absoluta en que se resol vio, al concluir su ciclo de existencia, el universo predecesor del nuestro, fué un movimiento de desarrollo absolutamente longitudinal, un rayo γ; y que este movimiento engendró el espacio. El rayo en cuestión llevaba en su propio curso la segunda dimensión, puesto que serpenteaba; y sus ondulaciones al acentuarse, concluyeron por dividirlo en arcos cuyos extremos, faltos de toda solicitud hacia una ú otra parte, por no haber en el infinito más existencias, se unieron formando ruedas y engendrando el espacio de segunda dimensión.
En el ámbito de estas ruedas formáronse (ya vimos cómo) polígonos que fueron los primeros seres, con una existencia análoga á la de los que conocemos, y que constituyeron los prototipos lineales de los átomos.
Las ruedas luminosas se atrajeron, y al chocar ó absorberse según sus magnitudes, se desarrolló en ellas el volumen á que tendían, tranformándolas en lentejas, en ovoides y en esferoides, y engendrando por consecuencia el espacio de tercera dimensión, nuestro espacio, al par que la rotación