lentejas en esferas huecas, existiendo en nuestro mundo una analogía sencillísima para objetivar el procedimiento. Nos referimos á las pompas de jabón, que la fuerza del soplo originario agranda, engendrando á la vez un rapidísimo movimiento rotatorio de sus partículas, perceptible claramente á simple vista[1].
Esta fuerza expansiva transforma los polígonos absolutamente superficiales, en poliedros; es decir, divide la luz dentro de la cual eran formas lineales, en partículas poliédricas. Ahora bien, si las ruedas de luz conservaban la velocidad del rayo primordial, y los polígonos formados en ellas marchaban con la misma velocidad según hemos visto; como en cada punto donde se hallaban dichas figuras dinamizaban la luz amorfa, geometrizándola[2] á la vez en otros tantos polígonos, y como aquella velocidad era prácticamente infinita, resulta que no había punto de la rueda que no estuviera contenido en una de dichas formas. Al convertirse
- ↑ El sol, que es sin duda una esfera fluida, no tiene achatamiento polar alguno, como una pompa de jabón, aunque su densidad sea sólo una cuarta parte de la terrestre, y su fuerza centrífuga cuatro veces mayor. A su tiempo recordaremos esta singularidad solar.
- ↑ El pensamiento divino geometriza en el Cosmos, decía Platón que sabía á qué atenerse.