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EL PSYCHON
nas, que en medio de la risa, me asaltaban ideas de crimen entre una vertiginosa enunciación de problemas matemáticos. El gato mismo se mezclaba á nuestras cabriolas con un ardor extraño á su apatía tropical, y aquello no cesó sino cuando los espectadores abrieron de par en par las puertas; pues el pensamiento puro que habíamos absorbido, era seguramente el elíxir de la locura.
El doctor Paulin desapareció al día siguiente, sin que por mucho tiempo me fuese dado averiguar su paradero.
Ayer, por primera vez, me llegó una noticia exacta. Parece que ha repetido su experimento, pues se encuentra ahora en Alemania en una casa de salud.