Dada la glotonería del mono, y siguiendo en esto un método empleado por Heinicke con los sordomudos, decidí asociar cada vocal con una golosina: a con papa; e con leche; i con vino; o con coco; u con azúcar—haciendo de modo que la vocal estuviese contenida en el nombre déla golosina, ora con dominio único y repetido como en papa, coco, leche, ora reuniendo los dos acentos, tónico y prosódico, es decir como sonido fundamental: vino, azúcar.
Todo anduvo bien, mientras se trató de las vocales, ó sea los sonidos que se forma con la boca abierta. Yzurlos aprendió en quince días. Sólo que á veces, el aire contenido en sus abazones les daba una rotundidad de trueno. La u fué lo que más le costó pronunciar.
Las consonantes me dieron un trabajo endemoniado, y á poco hube de comprender que nunca llegaría á pronunciar aquellas en cuya formación entran los dientes y las encías. Sus largos colmillos y sus abazones, lo estorbaban enteramente.
El vocabulario quedaba reducido, entonces, á las cinco vocales; la b, la k, la m, la g, la f y la c, es decir todas aquellas consolantes en cuya formación no intervienen sino el paladar y la lengua.
Aun para esto no me bastó el oído. Hube de recurrir al tacto como con un sordomudo, apoyan-