Compré el mono en el remate de un circo que había quebrado.
La primera vez que se me ocurrió tentar la experiencia á cuyo relato están dedicadas estas líneas, fué una tarde, leyendo no sé dónde, que los naturales de Java atribuían la falta de lenguaje articulado en los monos á la abstención, no á la incapacidad. "No hablan, decían, para que no los hagan trabajar".
Semejante idea, nada profunda al principio, acabó por preocuparme hasta convertirse en este postulado antropológico:
Los monos fueron hombres que por una ú otra razón dejaron de hablar. El hecho produjo la atrofia de sus órganos de fonación y de los centros cerebrales del lenguaje; debilitó casi hasta suprimirla la relación entre unos y otros, fijando el idioma de la especie en el grito inarticulado, y el humano primitivo descendió á ser animal.