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LAS FUERZAS EXTRAÑAS

tales nobles, hizo vegetar en sus cabelleras el oro hasta entonces desconocido...

...He aquí lo que mi memoria millonada de años, evoca con un sentido humano, y he aquí lo que he venido á deciros descendiendo de mi región—el cono de sombra de la tierra. Os añadiré que estoy condenado á permanecer en él durante toda la edad del planeta.


La médium calló, recostando fatigosamente su cabeza sobre el respaldo del sofá. Y Mr. Skinner, una de las ocho personas que asistían á la sesión, no pudo menos de exclamar en las tinieblas:

—El cono de sombra! El diluvio!...Disparatada superchería!

Nada pudimos replicarle, pues un estertor de la médium nos distrajo.

De su costado izquierdo desprendíase rápidamente una masa tenebrosa, asaz perceptible en la penumbra. Creció como un globo, proyectó de su seno largos tentáculos, y acabó por desprenderse á modo de una araña gigantesca. Siguió dilatándose hasta llenar el aposento, envolviéndonos como un mucílago y jadeando con un rumor de queja. No tenía forma definida en la obscuridad espesada por su presencia; pero si el horror se objetiva de algún modo, aquello era el horror.