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EL ORIGEN DEL DILUVIO

meno, vaporizó los mares de la luna que estaban helados hacía muchos siglos; y una niebla fria, á muchos grados bajo nuestro cero termométrico, rodeó al astro muerto como un sudario.

Cierto día el vapor acuoso se precipitó en la atmósfera terrestre, y ésta vio aumentado su peso en varios miles de millones de toneladas. A tal fenómeno, unióse la acción catalítica del vapor, y entonces fué cuando empezaron á disgregarse los sólidos terrestres.

Un ablandamiento progresivo, dio á todos la consistencia del yeso; pero cuando el fenómeno siguió, deleznándose aquéllos en una especie de lodo, empezó la catástrofe. Las montañas fueron aplastándose por su propio peso, hasta degenerar en médanos que el viento arrasaba. Las mansiones de los gigantes volviéronse polvo ásu vez, y pronto hubo de observarse con horror que el elemento líquido cambiaba de estado en la forma más extraordinaria; secábase sin desaparecer, volviéndose también polvo por la disgregación de sus moléculas, y se confundía con el otro en un solo cuerpo, seco y fluido á la vez—sin olor, sin color y sin temperatura.

Lo malo era que el fenómeno no se efectuaba al mismo tiempo en la materia organizada. Ésta resistía mejor, sin duda por su condición semi-