—Qué sé yo de todo eso! Lo que estoy viendo es que me has elegido como se elige una pared para rebotar la pelota.
—Creo ocioso recordarte que uno no se apoya sino sobre lo que resiste.
Callamos sonriendo, hasta que Juan me dijo:
—Sigues creyendo, entonces, que la música no expresa nada?
Ante esta insólita pregunta que desviaba á mil leguas el argumento de la conversación, le pregunté á mi vez:
—Has leído á Hansliek?
—Sí, por qué?
—Porque Hansliek, cuya competencia crítica no me negarás, sostiene que la música no expresa nada, que sólo evoca sentimientos.
—Eso dice Hansliek? Pues bien, yo sostengo sin ser ningún critico alemán, que la música es la expresión matemática del alma.
—Palabras...
—No, hechos perfectamente demostrables. Si multiplicas el semidiámetro del mundo por 36, obtienes las cinco escalas musicales de Platón, correspondientes á los cinco sentidos.
—Y por qué 36?
—Hay dos razones; una matemática, la otra psíquica. Según la primera, se necesita treinta y