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LA VUELTA DE MARTIN FIERRO

En una nueva dentrada
Le pegué un golpe sentido,
Y al verse ya mal herido,
Aquel indio furibundo
Lanzó un terrible alarido—
Que retumbó como un ruido
Si se sacudiera el mundo.

Al fin de tanto lidiar
En el cuchillo lo alcé—
En peso lo levanté
Aquel hijo del desierto—
Ensartado lo llevé,
Y allá recien lo largué
Cuando yá lo sentí muerto.—



Me persiné dando gracias
De haber salvado la vida:
Aquella pobre afligida
De rodillas en el suelo,
Alzó sus ojos al Cielo
Sollozando dolorida.

Me hinqué tambien á su lado
A dar gracias á mi Santo—
En su dolor y quebranto
Ella, á la Madre de Dios,
Le pide en su triste llanto
Que nos ampare á los dos.

Se alzó con pausa de leona
Cuando acabó de implorar,
Y sin dejar de llorar
Envolvió en unos trapitos
Los pedazos de su hijito
Que yo le ayudé á juntar.


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Dende ese punto era juerza
Abandonar el desierto,
Pues me hubieran descubierto,
Y aunque lo maté en pelea,
De fijo que me lancean
Por vengar al indio muerto.

A la aflijida cautiva
Mi caballo le ofrecí—
Era un pingo que alquiri,
Y donde quiera que estaba
En cuanto yo lo silvaba
Venia á refregarse en mi.—

Yo me le senté al del pampa;
Era un escuro tapao—
Cuando me hallo bien montao
De mis casillas me salgo—
Y era un pingo como galgo
Que sabia correr boliao.—

Para correr en el campo
No hallaba ningun tropiezo—
Los egercitan en eso—
Y los ponen como luz,
De dentrarle á un avestruz
Y boliar bajo el pescuezo.

El pampa educa al caballo
Como para un entrevero—
Como rayo es de ligero
En cuanto el indio lo toca—
Y como trompo en la boca,
Dá güeltas sobre de un cuero.

Lo baréa en la madrugada—
Jamás falta á este deber—
Luego lo enseña á correr
Entre fangos y guadales—
Ansina esos animales
Es cuanto se puede ver!

En el caballo de un pampa
No hay peligro de rodar—
Jue pucha — y pa disparar
Es pingo que no se cansa—
Con proligidá lo amansa
Sin dejarlo corcobiar.

Pa quitarle las cosquillas
Con cuidao lo manosea,
Horas enteras emplea,
Y por fin, solo lo deja,
Cuando agacha las orejas
Y ya el potro ni cocea.

Jamas le sacude un golpe
Porque lo trata al bagual
Con pacencia sin igual,
Al domarlo no le pega,
Hasta que al fin se le entrega
Ya dócil el animal,

Y aunque yo sobre los bastos
Me sé sacudir el polvo—
A esa costumbre me amoldo—
Con pacencia lo manejan
Y al dia siguiente lo dejan
Rienda arriba junto al toldo.

Ansi todo el que procure
Tener un pingo modelo—
Lo ha de cuidar con desvelo,
Y debe impedir tambien,
El que de golpes le den
O tironén en el suelo.

Muchos quieren dominarlo
Con el rigor y el azote,
Y si ven al chafalote
Que tiene trazas de malo,
Lo embraman en algun palo
Hasta que se descogote.