aire voluptuoso entre los árboles robustos cuajados de enredaderas. ¡ Cuan raro efecto producen los desfiles fúnebres de la avenida ! Los entierros cruzan a cada instante con el muerto a cara descubierta, entre el canto agudo de los imames. Los suras silbantes, con un clamor angustioso, restallan entre los llantos de las mujeres que gimen por dolor, y los de las que desempeñan un oficio. La muerte, en medio de tanta vida, sorprende con su cortejo extraño, donde las plegarias se mezclan a las imprecaciones. En la calle, el tumulto de los vendedores y paseantes crece, como para no oir el coro importuno. El parque, indiferente, respira con más júbilo al sol, y a veces una brisa irónica sopla sobre las enredaderas, y echa sobre el rostro del cadáver las flores que arranca...
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