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temores, está narrado en El lihro de los Muertos. Y el europeo de hoy, como el africano de entonces, balbucea la temible pregunta... El efecto producido por la estatua es tan intenso, que se hace casi supersticioso. Los griegos, el Renacimiento, los modernos, un Scopas, un Miguel Ángel, un Rodín, dan con el poder del genio sensaciones completadas por el placer de la revelación de la Belleza. Pero la Esfinge ya no es obra humana. Se ignora quién la hizo. Anterior a la Pirámide de Cheops, es con la de Zosir el más viejo monumento del mundo. ¿Es la imagen de un semidiós, o es la obra del primer hombre, cuando conoció las lágrimas y vio su sombra dibujando sobre la tierra un sepulcro ? ¡ Quién sabe ! En tanto, el montón de escombros sugiere que un día se animará para decir al hombre todo su destino.

Ved ahora al coloso en medio de la sombra. Respira al parecer con más holgura en la noche, pero no reposa como el desierto. Se comprende que bajo su frente jamás ha penetrado el sueño ; su vida mental lo ahuyenta. La obscuridad hace más profundo su inteligente inescrutable mutismo. Debe de buscar dentro de sí la mirada con que afrontará la siguiente aurora, para convertir en pensativo el júbilo del día. Así, la Esfinge es hoy una fuente de inquietud.