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logró arrojarla ; y entonces, orando hasta el alba, le pareció verdadero su nombre, que significa : dichoso.

Macario era hábil en las artes del dibujo, y el abad del convento del Norte le arrancó de su gruta para que pintase un Cristo en la capilla del templo de Luxor. He aquí por qué en una tarde de enero del año 640, le encontramos sobre la plataforma del pilón de Eamsés II.

Extenuado por los ayunos, mira después de tanto tiempo con verdadero asombro el resplandor del día sobre el Nilo y las montañas. La inútil tarea en que ha empleado horas por bosquejar su Cristo, le ha sumido en un febril cansancio. Parte un pan y bendice a Dios antes de comerlo : después vuelve a sus ideas.

La imagen de su pintura le obsede sin delinearse. Con el objeto de reposar, observa nuevamente el paisaje : todo es violento, con límites bruscos. El Nilo lame los peñascos y las barrancas de la orilla donde está el templo, y del otro lado toca las arenas que preceden la aldea de Kuma. La tierra, fecunda allí, resplandece con las habas y los trigos ; mas se interpone la montaña, sin una planta, sin una mata de hierba, con sus calcáreos amarillentos y rojizos. Sobre ella, el cielo', ardiendo en el sol,