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LA SOMBRA

Sed alegres, sed buenos, sembrad el regocijo en las almas, como el sol vierte sus rayos de fecundidad en los trigos. No os reconcentréis en vosotros mismos ; huid de las meditaciones que causan tristeza ; la vida es corta, haced el bien y divertios. Considerad sobre todo, mis jóvenes amigos, como nefasta la influencia de vuestra sombra : esto os lo dice quien conoció mucho a Kiram, que pasó la vida en observársela. Los espejos metálicos descubiertos en los viejos mastabas egipcios, empezaron su locura. Meditando, miraba en ellos su propia imagen. No la creía naciente de un reflejo de cosa material ; para él, era la forma de su alma, viva e impalpable, con pensamiento, pero muda. Si a veces antojaba sel© emanación de su cuerpo, que fecundaba el disco, pronto volvía a creerla su alma misma. Y ésta, en vez de hablar, como si en su inteligencia la palabra fuese don secundario, llena de una imperante voluntad, creabaLA VOZ.—11