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encenderse todos los brillos del universo, y al morir dejó para siempre tinieblas en mi alma.

Desde entonces, el dolor me abandona en el sueño y me abre los ojos en las mañanas.

Un ángel me dijo una noche : «La doncella fué purificada por los volcanes de Dios, abiertos entre los desgarramientos de las nubes : hoy, rediviva, se pasea en el Paraíso y te espera con una juventud eterna. Así fué salvada de la muerte la más hermosa mujer del mundo.»

Y dejé los valles de Andalucía y llegué a mi tribu. Los ancianos me recibieron sonriendo ; el Sceico exclamó : «Ve a saludar al Emir ; voy a buscarte sandalias ; las tuyas están usadas.»

Y vi al Emir, que había envejecido mucho, y me dijo : «Mis canas te saludan con alegría, pues no ha parado en humo mi esperanza de verte.»

¡ Ah ! que no pare en humo la mía. Ella tuvo en sus ojos el espíritu de todos mis pensamientos : desde que murió, mis pensamientos se bañan en la amargura de mi ánimo.

Mi esperanza es vehemente, como la de la tierra que espera después del estío las aguas del otoño ; y mi plegaria, llena de unción , sube con el suave olor de la raíz del enebro.

Hago el bien : la compasión, la caridad, el