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KASIDA

Como desapareció la fantástica Medina-Az-Zahra, levantada por el genio y el amor, entre los acordes de las guzlas, así en mi alma un palacio de esplendor ha muerto. Como sucumbió Zabira, gloria de Almanzor, dejando de sus recuerdos los cantos de Said a su fuente, y a sus anémonas y narcisos, así en mi alma los sueños de la juventud son ruinas.

Aquellos grandes reyes cultivaron naranjos presintiendo quizás la triste suerte de sus grandezas. Con murmurios de arpas melancólicas, los azabares perfuman la nocbe, y surgen como nupciales flores, cuando la luna besa las bojas que las mecen. Y esos clarobscuros atraen las aves, y sobre la piedra desbecba, los ruiseñores desgranan sus trinos, cual el llanto armonioso del tiempo. Y así, también, sobre los sueños de mi juventud levántase mi canto y evoca al bermano del Yemen, que veía en las nubes la esperanza.