jostas ¡demandas que el Rey denegase; y que eñ prueba de sinceridad , les diesen por rehenes algunas fortalezas y personase prin- cipales, i Rota al fin la mal guardada tregua, (que no pro'íuxo á los Comuneros sino gran deserción de gente, ó ya enriquecida con el saquéo , ó descontenta por falta de Raga) comenzó de nuevo la guerra , con frecuentes salidas y escaramuzas ; pero sin reencuentro ni cosa notable. Padilla, ó sobradamente afec- to á conservar lo que había ganado, ó quizá no previendo los riesgos á que su inacción lo exponía, q lo que e* mas verosímil , espe- rando los socorros de gente de . varias ciu- dades ' y algún caudal para poder salir en campo , se contentaba con inquietar á los, enemigos; y los Gobernadores, viendo mé-i noscabado el exército de los Comuneros, compúesto de siete mil infantes y quatro mil caballos , trataban solo de reunir el suyo , viniéndose el Condestable de Burgos , con las gentes que allí tenia. Lograron en efecto la meditada reunión , llegando el Condesta- ble á Peñaflor, cerca de Valladolid y no lejos, de Tordesiilas, de donde salieron á-unír*
Página:La viuda de Padilla (1814).djvu/47
Esta página no ha sido corregida