Señoras , usando del sello real ¿ 7 con toda la influencia moral que debia tener en una nación, acostumbrada ai régimen monárqui- co, el ver al frente del partido popular á una persona, qije aún ocupaba el trQno en com- pañía de su hijo, y que por sus desgracias y los recuerdos de su madre doña Isabel, ídolo los castellanos, era objeto de su ternura y .veneración. Reunida asi la representación de casi to- das las ciudades de voto en Corres al influxo del poder del trono , y alejada toda sospecha ^e querer negar la- obediencia al Monarca, Obligando la Junta á los Procuradores á re- petir el juramento sagrado de fidelidad ; se fortaleció hasta un punto increible el bando de las Comunidades* Si hubieran elegido un gobierno roas aproposito que el de una Junta numerosa, poco agja para ¡regir el Estado en tiempos de r$yu^i;as, y tan falta de conejera to interior, como plagaba de las semillas de- ¿discordia que producen los zelos de ios par- 1 aculares y las jriyalidadps de las provincias; era seguro que hubieran acabado de desaten- tar á sus débiles enemigos , que escasos de fqcrzas y perdida ja opinión de los pueblos f
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