guerra civil, parecieron ya, por tardías, seña^ les de flaqueza, ¿ lazos de asechanza; contri-- huyendo mucho á alzar á Castilla en descu- bierta insurrección la conducta del consejo- rea! , que reunido en Valladolid con el Car- denal Gobernador, y tan poco cuerdo para dirigir los negocios en tiempos borra r cosós, como había sido poeo justo para aconsejar en la paz al Monarca , determinó que se enviase para castigar á la Ciudad de Segovia, la mas desmandada en su levantamiento, al alcalde Ronquillo , célebre por su dureza 6 impru- dente severidad; acompañándole mil hombres de á caballo , odioso é inútil aparato para hacer justicia , y corto apresto militar para sujetar por fuerza de arma*. Amenazada Se- govia, y viendo ya dada la señal de la guer- ra, envió á pedir socorro á Toledo y demás ciudades alteradas, seguidas ya de Toro, León, Ávila y Murcia; en tanto que Ronquillo, hallando cerradas las puertas de Iá ciudad, asentó juntamente su campo y tribunal á seis leguas; y manejando con igual desacierto que dureza la lanza guerrera y la vara de .justicia , ora requiriendo y echando pre- gones , ora talando campos , interceptando B 2
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