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CALDERON

A hacer fieras mis costumbres: ¡Qué buen modo de estorbarlas!
Si á cualquier hombre dijesen: «Alguna fiera inhumana
Te dará muerte», ¿escogiera buen remedio en despertarlas
Cuando estuvieran durmiendo? Si dijeran: «Esta espada
Que traes ceñida, ha de ser quien te dé la muerte», vana
Diligencia de evitarlo fuera entonces desnudarla,
Y ponérsela á los pechos. Si dijesen: «Golfos de agua
Han de ser tu sepultura en monumentos de plata»,
Mal hiciera en darse al mar cuando, soberbio, levanta
Rizados montes de nieve, de cristal crespas montañas.
Lo mismo le ha sucedido que á quien, porque le amenaza
Una fiera, la despierta; que á quien, temiendo una espada
La desnuda; y que á quien mueve las olas de una borrasca:
Y cuando fuera (escuchadme) dormida fiera mi saña,
Templada espada mi furia, mi rigor quieta bonanza;
La fortuna no se vence con injusticia y venganza,,
Porque antes se incita mas; y así, quien vencer aguarda
A su fortuna, ha de ser con cordura y con templanza;
No antes de venir el daño se reserva ni se guarda
Quien le previene; que aunque puede humilde (cosa es clara)
Reservarse del, no es sino después que se halla
En la ocasión, porque aquesta no hay camino de estorbarla.
Sirva de ejemplo este raro espectáculo, esta extraña
Admiración, este horror, este prodigio; pues nada
Es más que llegar á ver con prevenciones tan varias,
Rendido á mis pies á un padre, y atropellado á un monarca.
Sentencia del cielo fué; por más que quiso estorbarla
El, no pudo; y ¿Podré yo, que soy menor en las canas.
En el valor y en la ciencia, vencerla? — Señor, levanta, (Al Rey.)
Dame tu mano; que ya que el Cielo te desengaña
De que has errado en el modo de vencerla, humilde aguarda
El cuello á que tú te vengues: rendido estoy á tus plantas.

BAS. Hijo, que tan noble acción otra vez en mis entrañas
Te engendra: Príncipe eres. A tí el laurel y la palma
Se te deben: tú venciste; corónente tus hazañas.

TOD. ¡Viva Segismundo, viva!

SEGIS. Pues que ya vencer aguarda
Mi valor grandes victorias, hoy ha de ser la más alta
Vencerme á mí. — Astolfo dé la mano luego á Rosaura,
Pues sabe que de su honor es deuda, y yo he de cobrarla.

AST. Aunque es verdad que la debo obligaciones, repara
Que ella no sabe quien es; y es bajeza y es infamia
Casarme yo con mujer ...