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CALDERON
Salón del Palacio Real.

 

ESCENA V

 

Basilio. Astolfo.

 
BAS. ¿Quién, Astolfo, podrá parar, prudente,
La furia de un caballo desbocado?
¿Quién detener de un rio la corriente,
Que corre al mar soberbio y despeñado?
¿Quién un peñasco suspender, valiente,
De la cima de un monte desgajado?
Pues todo fácil de parar se mira,
Más que de un vulgo la soberbia ira.
Dígalo en bandos el rumor partido.
Pues se oye resonar en lo profundo
De los montes el eco repetido.
Unos ¡Astolfo! y otros ¡Segismundo!
El dosel de la jura, reducido
A segunda intención, á horror segundo,
Teatro funesto es, donde importuna
Representa tragedias la fortuna.

AST. Señor, suspéndase hoy tanta alegría;
Cese el aplauso y gusto lisonjero,
Que tu mano feliz me prometía;
Que si Polonia (á quien mandar espero)
Hoy se resiste á la obediencia mia,
Es porque la merezca yo primero.
Dadme un caballo, y de arrogancia lleno.
Rayo descienda el que blasona trueno. (Vase.)

BAS. Poco reparo tiene lo infalible,
Y mucho riesgo lo previsto tiene:
Si ha de ser, la defensa es imposible,
Que quien la excusa más, más la previene.
¡Dura ley! ¡fuerte caso! ¡horror terrible!
Quien piensa huir el riesgo, al riesgo viene:
Con lo que yo guardaba me he perdido;
Yo mismo, yo mi patria he destruido.


ESCENA VI

 

Estrella. Basilio.

 
ESTR. Si tu presencia, gran señor, no trata
De enfrenar el tumulto sucedido,