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LA VIDA ES SUEÑO

En su estudio, donde hace el amor propio su oficio?
Pues, dando crédito yo a los hados que, adivinos,
Me pronosticaban daños en fatales vaticinios.
Determiné de encerrar la fiera que habia nacido.
Por ver si el sabio tenia en las estrellas dominio.
Publicóse que el infante nació muerto; y, prevenido,
Hice labrar una torre entre las peñas y riscos
De esos montes, donde apenas la luz ha hallado camino,
Por defenderle la entrada sus rústicos obeliscos.
Las graves penas y leyes que, con públicos edictos.
Declararon que ninguno entrase á un vedado sitio
Del monte, se ocasionaron de las causas que os he dicho.
Allí Segismundo vive, mísero, pobre y cautivo.
Adonde solo Clotaldo le ha hablado, tratado y visto.
Este le ha enseñado ciencias, este en la ley le ha instruido
Católica, siendo solo de sus miserias testigo.
Aquí hay tres cosas: la una, que yo, Polonia, os estimo
Tanto, que os quiero librar de la opresión y servicio
De un Rey tirano, porque no fuera señor benigno
El que á su patria y su imperio pusiera en tanto peligro.
La otra es considerar que, si á mi sangre le quito
El derecho que le dieron humano fuero y divino.
No es cristiana caridad; pues ninguna ley ha dicho
Que, por reservar yo á otro de tirano y de atrevido.
Pueda yo serlo; supuesto que si es tirano mi hijo.
Porque él delitos no haga, vengo yo á hacer los delitos.
Es la última y tercera el ver cuánto yerro ha sido
Dar crédito fácilmente a los sucesos previstos;
Pues aunque su inclinación le dicte sus precipicios,
Quizá no le vencerán; porque el hado más esquivo.
La inclinación más violenta, el planeta más impío,
Solo el albedrío inclinan, no fuerzan el albedrío.
Y así, entre una y otra causa, vacilante y discursivo.
Previne un remedio tal, que os suspenda los sentidos.
Yo he de ponerle mañana, sin que él sepa que es mi hijo
Y Rey vuestro, á Segismundo (que aqueste su nombre ha sido),
En mi dosel, en mi silla, en fin, en el puesto mió.
Donde os gobierne y os mande, y donde todos rendidos
La obediencia le juréis; pues con aquesto consigo
Tres cosas, con que respondo a las otras tres que he dicho.
Es la primera que, siendo prudente, cuerdo y benigno.
Desmintiendo en todo al hado, que del tantas cosas dijo.
Gozaréis del natural príncipe vuestro, que ha sido