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EN GLORIA Y MAGESTAD

cia erraron; ó porque lo siguieron fielmente, y se acomodaron á él. Si lo primero: luego en esto está el peligro y el precipicio. Si lo segundo: luego no es falsa, sino buena y segura la regla de Teodoreto: la misma letra algunas veces dice una falsedad[1]. Luego no es verdadera, sino falsa y peligrosa, aquella regla primaria y fundamental, que asientan todos los doctores con S. Agustin. Es á saber: que la Escritura divina se debe entender en su propio y natural sentido, según la letra, ó según la historia, cuando en ello no se hallase alguna contradiccion clara y manifiesta, lo cual está muy lejos de suceder.

PÁRRAFO IV.

24. Pues ¿no es verdadera aquella sentencia del Apóstol y doctor de las gentes, la letra mata, y el espíritu vivifica[2]? ¿No es verdad, según esta sentencia, que la Escritura divina, entendida á la letra, mata al pobre simple que la entiende asi; mas vivifica al sabio y espiritual que la entiende espiritualmente? Os respondo, señor, con toda cortesía, que lo que dice S. Pablo, es una verdad, y una verdad de grande importancia: mas no lo es, sino una falsedad grosera y aun ridícula, la interpretación que acabáis de darle.

25. La letra de que habla el Apóstol, como puede ver cualquiera que tuviese ojos, no es otra que la ley grabada con letras sobre piedras[3], que Dios dio á su pueblo por medio de Moisés. Esta letra, ó esta ley escrita, comparada con la ley de gracia, dice el santo, que mata. ¿Por qué? No solamente porque mandaba con rigor y con amenazas terribles, ya de muerte, ya de otros castigos y calamidades: no solamente porque aquella ley descubrió muchas cosas que de suyo eran pecado, las cuales, aunque habian hasta entonces reinado en el mundo, no todas se habian imputado, no habiendo ley espresa que

  1. Vide fol, pr{{sust:ae}}c.
  2. Vide fol, pr{{sust:ae}}c.
  3. Litteris deformata in lapidibus.—Paul. ad Cor. ep. 2, c.iii, v. 7.