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LA VENIDA DEL MESIAS

como verdadera; sino buscar la sustancia que en él se encierra: porque la misma letra, algunas veces dice una falsedad[1]. O esta proposicion no es falsa, ni dura, ni reprensible, ó lo son, junto con ella, todas las amenazas que nos hacen, y los miedos que nos meten de peligro y precipicio en el sentido literal de la Escritura.

8 Observad aquí de paso una cosa bien importante, pues la hallareis practicada con bastante frecuencia; este sábio obispo de Syro, creyó verosímilmente que era buena, cierta y segura aquella opinion, tan comun en su tiempo como en el nuestro, y tan sin fundamento aora como entónces: esto es, que la transgresion de nuestros primeros padres sucedió en el mismo dia de su creacion; algunos les hacen la gracia hasta el dia siguiente, y otros se estienden hasta el octavo, cuando mas. En esta suposicion, le pareció increible que tan presto hallase Dios pieles verdaderas con que vestirlos: lo cual solo podia suceder en una de dos maneras; ó criando de nada dichas pieles, ó quitándolas á algunos animales: lo primero, no; porque ya habia concluido su obra[2]: lo segundo tampoco; porque los animales acabados de criar no habian tenido tiempo para multiplicarse, ni es creíble que pereciese aquella especie á quien le quitó la piel: luego el vestido que dió Dios á los delincuentes, no pudo ser de verderaderas pieles, sino de alguna otra cosa que no se sabe.

9 Este discurso le pareció á este sábio bueno y concluyente, como les parece á otros que lo siguen. Siendo el discurso bueno y concluyente, que está muy lejos de serlo, como que estriba en una cosa falsa, ó no cierta suposicion, se sigue forzosamente esta disyuntiva: luego ó la divina Escritura dice una cosa falsa, ó la transgresion de nuestros padres no sucedió tan presto como se supone: esto último no se puede decir, porque es contra la opinion

  1. Non oportet adhærere nudæ litteræ Scripturæ sanctæ, tamquam veræ; sed thesaurum in littera latentem quærere, eo qued ipsa littera divinæ Scripturæ interdum falsum dicat. Teodoret, γ. 39.
  2. Cessaverat enim Deus ab omni opere.—Vide Gen. ii, 2.