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DISCURSO PRELIMINAR.

que muchos abusan para refujio seguro en las ocasiones: pues por claro que parezca el testo, si se opone á las ideas ordinarias, tienen siempre á la mano su sentido alegórico: y si este no basta, viene luego á ayudarlo el anagógico á los cuales se añade el tropológico, místico, acomodaticio, &c., haciendo un uso frecuentísimo, ya de uno, ya de otro, ya de muchos á un mismo tiempo: subiendo de la tierra al cielo con grande facilidad, y con la misma bajando del cielo á la tierra al instante siguiente: tomando en una misma individua profecía, en un mismo pasaje, y tal vez en un mismo versículo, una parte literal, otra alegórica, otra anagógicamente, y componiendo de varios retazos diversísimos, una cosa, ó un todo que al fin no se sabe lo que es: y entre tanto la divina Escritura, el libro verdadero, el mas venerable, el mas sagrado, queda espuesto al fuego, ó agudeza de los ingenios, á quien acomoda mejor, como si fuese libro de enigmas.

No por eso penseis, señor, que yo repruebo absolutamente el sentido alegórico ó figurado (lo mismo digo á proporcion de los otros sentidos). El sentido alegórico en especial, es muchas veces un sentido bueno y verdadero, al cual se debe atender en la misma letra, aunque sin dejarla. Sabemos por testimonio del apostol S. Pablo, que muchas cosas que se hallan escritas en los libros de Moisés, eran figura de otras muchas, que despues se verificaron en Cristo: y el mismo apostol en la epístola á los Gálatas capítulo cuarto, habla de dos testamentos figurados en las dos mujeres de Abraham, y en sus dos hijos Is-