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PROLOGO.
y dar á cada una lo que le toca, segun su mérito ó demérito particular. Ni aquella se puede examinar ni juzgar por esta, ni esta por aquella. Esta especie de juicio repugna esencialmente á todas las leyes naturales, divinas y humanas. Fuera de que yo nada afirmo de positivo, sino que propongo solamente á la consideracion de los inteligentes; proponiéndoles al mismo tiempo con la mayor claridad, de que soy capaz, las razones en que me fundo; y sujetándolo todo de buena fe al juicio de la Iglesia, á quien toca juzgar del verdadero sentido de las Escrituras[1]. Al juicio de los doctores particulares tambien estoy pronto á sujetarme, despues que haya oido sus razones.
- ↑ Cujus est judicáre de vero sensu Scripturárum Sanctárum.