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PROLOGO.

solo aprisco, y un pastor[1]. Por consiguiente suponen que ha de haber otro estado de la Iglesia mucho mas perfecto que el presente, en que todos los habitadores de la tierra han de ser verdaderos fieles, y en que ha de haber en la Iglesia una grande paz y justicia, y observancia de las divinas leyes, &c.

La diferencia que hay entre el sentimiento de los doctores sobre este punto, no es otra en mi juicio, sino que unos ponen este estado feliz mucho antes del Anticristo; pues dicen que el Anticristo vendrá á perturbar esta paz. Otros, y creo que los mas, lo ponen depues del Anticristo, por guardar del modo posible ciertas consecuencias de que hablaremos á su tiempo. Así admiten, sin poder evitarlo, algun espacio de tiempo entre el fin y el Anticristo, y la venida gloriosa de Cristo. Enodio parece que sigue este último rumbo: y no habia por qué reprenderlo de novedad, si no pusiese al empezar esta época, otra venida media de Cristo á destruir la iniquidad, ordenar en otra mejor forma la Iglesia y el mundo; haciéndolo venir otra vez al fin del mundo á juzgar á los vivos y á los muertos[2]: sobre lo cual parece que debia haberse esplicado mas. Yo que no admito, antes repruebo todas estas ideas, por parecerme opuestas al evangelio y á todas las Escrituras, ¿como podré seguir el mismo sistema? Pues ¿qué sistema sigo? Ninguno, sino

  1. Et fiat unum ovile, et unus pastor.—Joan. x, 16.
  2. Judicare, vivos, et mortuos.—Ex Simb. Constantinopolit.