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JUICIO ACERCA DE ESTA OBRA

cuando advierto que unos padres y doctores tales como Jerónimo, Agustina y Gregorio, y todos los teólogos que los han seguido, la miran con aversion, y algunos la tratan de error; no puedo dejar de estremecerme y temblar, pareciéndome menos arriesgado errar con tan sábios y santísimos maestros, que acertar por aventura, siguiendo mi propia inclinacion y dictámen.

Verdad es, y esto me tranquiliza algun tanto, que la materia que se controvierte deja en salvo la fe de la santa Iglesia, y que sea cual fuere el estremo que se abraze, por ambas partes hay una sola fe, y un solo Señor Jesucristo, á quien los dos partidos creen y adoran por su Dios. Todos creemos, y lo cantamos en el símbolo, que este rey soberano ha de venir á juzgar á los vivos y á los muertos: este es el artículo de nuestra fe, del cual jamas se ha desquiciado ni desquiciará la Iglesia católica, ni ninguno de sus fieles hijos: la controversia, pues, solo se versa sobre el modo y circunstancias de esta venida que todos creemos. Es decir, que la opinion comun de nuestros tiempos ciñe la venida de Jesucristo á solo el acto terrible y solemnísimo de juzgar definitivamente á todo el linaje de los hombres, y dar públicamente á cada uno por toda la eternidad el premio ó castigo que merezcan sus obras; y nuestro autor, sin escluir ni dudar de la verdad de este juicio, la estiende á que de antemano á este último testimonio de la soberanía y divinidad de nuestro Señor Jesucristo asiente por un tiempo su trono y tabernáculo entre los hombres, todavia viadores, habite con ellos, que estos sean todo su pueblo, y el Señor