lugar breve de Tertuliano, en el cual se hallan espresas esas delicias de S. Agustin. Porque también confesamos, dice, que en la tierra se nos ha prometido un reino, anterior al celestial, aunque en otro estado, como que es para mil años después de la resurreccion en la Jerusalén que milagrosamente bajará del cielo, á la cual llama el Apostol nuestra celestial madre, nuestra herencia: esto es decir, que somos habitadores del cielo, y destinados para esa ciudad celestial. Esta fué conocida por Ezequiel, la vio S. Juan, y el libro de su Apocalipsis, que creemos ser una nueva profecía, da testimonio de ella, predicando ser la imájen de la ciudad santa que se le ha de revelar. En esta decimos, que se han de recibir los satos en la resurreccion, y se han de enriquecer con toda clase de bienes; bienes á la verdad espirituales abundantísimos, como recompensa preparada por Dios, por todo lo que renunciamos en el mundo: pues es cosa muy justa y muy digna de su Majestad, que se gocen sus siervos allí mismo, donde fueron aflijidos por su nombre[1].
100. Fuera de estos cuatro santos padres que acabamos de ver citados con los Milenarios en general, hallamos todavia otro en la disertacion de Natal Alejandro [2], esto es, á S. Basilio, ¿Y qué dice S. Basilio? Se queja de los des-
- ↑ Nam et confitemur in terra regnum nobis repromissum, sed ante coelum, sed alio statu, utpote post resurrectionem in mille annos, in civitate divini operis Jerusalem coelo delata, quam et Apostolus matrem nostram sursum designat, et polyteuma nostrum, id est, municipatum in coelis esse pronuntians, alioqui utique coelesti civitati cum deputat. Hanc et Ezequiel novit, et Apostolus Joannes vidit, et qui apud fidem nostram est novae prophetiae, seu Apocalipns sermo testatur, ut etiam effigies civitatis ante repraesentationem ejus conspectui futuram praedicari. Hanc dicimus excipiendis resurrectione Sanctis, et refovendis omnium bonorum, utique spiritualium copia, in compensationem eorum, quae in saeculo, vel despeximus, á Deo prospectam. Sic quidem est justum, et Deo dignum illuc quoque exultare famulos ejus, ubi sunt et afficti in nomine ejus.—Tertul. lib. iii. in Marcion. c. 24.
- ↑ Nat. Alex. in ep. iv, S. Bas. ad Episc. orient.