Página:La venida del mesias en gloria y magestad - Tomo I.djvu/141

Esta página ha sido corregida
60
LA VENIDA DEL MESIAS

rores de Cerinto, ó los de Nepos, ó los de Apolinár, pues de estos solos hablan dichos santos, y á estos solos son los que los impugnaron con muy buenas y sólidas razones. Aunque nos detengamos algo mas de lo que quisiéramos, se hace preciso aclarar este punto, viendo lo que dijeron estos padres, y también lo que no dijeron.

PÁRRAFO IV.

91. El mas antiguo de estos es S. Dionisio Alejandrino, que escribió ácia la mitad del tercer siglo, Este santo doctor escribió una obra dividida en dos libros, que intituló de las promesas. En ella impugnó, asiílos errores groseros de Cerinto, como pricipalmente un libro, que andaba entónces en manos de todos, cuyo autor era un obispo de Africa llamado Nepos. Mas en esta impugnación, ¿cual fué su asunto principal, ó único? ¿Qué es lo que realmente impugnó y convenció de falso? Aunque no nos ha quedado ni el libro de Nepos, ni el de S. Dionisio, mas por tal cual fragmento de este último, que nos conservó Eusebio en el libro séptimo de su historia, capitulo veinte, se ve evidentemente, que S. Dionisio no tuvo en mira otra cosa, que los escesos ridículos de Nepos, y sus pretensiones particulares sobre la circuncision, y la observancia de la ley de Moisés; á que se añadian otros errores muy parecidos á los de Cerinto. Sus palabras son las siguientes. Mas habiéndose presentado una obra, según algunos, elocuentísima, cuya doctrina, como tengo dicho, aseguran ser muy recóndita, y que encierra grandes misterios; y habiendo despreciado sus doctores la Ley y los Profetas, depravado los escritos de los Apóstoles, sin querer obedecer al evangelio; y no dejando que nuestros hermanos tal vez los mas sencillos é ignorantes discurran sobre la admirable y verdaderamente divina venida del Señor, de nuestra resurreccion, de nuestra union y compañia que harémos á Dios, y de nuestra semejanza con su naturaleza inmortal; sino que han procurado persuadirles, que el reino de Dios nos ofrece unos premios terrenos, cuales solemos esperar de los hombres en esta vida; hemos creido de la