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EN GLORIA Y MAGESTAD

Nada de esto se lee en los Profetas, ni en los Salmos, ni en el Apocalipsis, de donde se dice que sacaron aquellas novedades. Nada de esto, en fin, dijeron, ni pensaron decir aquellos santos doctores, que vemos notados y confundidos entre los otros con el nombre equivoco de Milenarios. Pues ¿por qué los notan de error? ¿Por qué aseguran en genneral que cayeron en el error ó fábula de los Milenarios? El por qué lo iremos viendo en adelante, y poco á poco; pues verlo tan presto y de una vez parece imposible.

PÁRRAFO III.

87. No penséis, señor, por lo que acabo de decir, qué yo también quiero confundir entre la muchedumbre de escritores, aquellos graves y eruditos, que han escrito de propósito sobre el asunto. Sé que hay muchos de ellos, que hacen una especie de justicia, distinguiendo bien la sentencia de los padres, y varones eclesiásticos, de la sentencia de los herejes y judaizantes. Dije que hacen una especie de justicia, porque la que hacen me parece una justicia nueva y diversa en especie, de todo lo que puede merecer este nombre. Por una parte veo, que los separaron con gran razón de toda la otra turba de Milenarios, que les dan por esto el nombre de inocuos, ó inocentes; mas por otra parte, cuando llegan á la censura y á la sentencia definitiva, entónces ya no se ven separados de los otros, sino unidos estrechamente para recibir junto con ellos el mismo golpe. La sentencia general comprendida en estas cuatro palabras error, sueño, delirio, fábula, cae sobre todos sin distincióon ni misericordia. Ved aquí un ejemplo, y después de él no dejareis de ver otros semejantes.

88. Sisto Senense, que es autor erudito y juicioso, toca el punto de los Milenarios: y despues de haber hablado indiferentemente, dice estas palabras: hay sin embargo algunos que opinan, que una y otra sentencia dista muchísimo entre sí[1]. Para probar esto, es á saber: que la sen-

  1. Sunt tamen qui arbitrentur, utramque sententiam longissimè inter se distare.—Sixt. Sen. Bibliot. sanct. lib. iii, annot. 233.