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LA VENIDA DEL MESIAS.

dar cuartel á alguna, fuese la que fuese, si no se dejaba acomodar. Quiero decir, que aquellas que se hallasen absolutamente inacomodables al sistema, ó debian omitirse como inútiles, ó lo que parecía mas seguro, debia negarse obstinadamente que hablasen del Mesías: pues habia otros profetas y justos, á quienes de grado ó por fuerza se podian acomodar. Sistema verdaderamente infeliz, y funestisimo, que redujo al fin el todo el pueblo de Dios al estado miserable en que hasta aora lo vemos ¡que es la mayor ponderacion! Mas dejando estas cosas como ya irremediables, y volviendo á nuestro propósito, entremos desde luego, á proponer, y también á examinar atentamente las ideas que nos dan los doctores cristianos de la venida del mismo Mesías, que todos estamos esperando. Dicen, ó suponen como una cosa cierta, que estas ideas son tomadas de las santas Escrituras: ¿pero será cierto esto? Ya que sea cierto en lo general, ¿será también cierto que son fielmente tomadas, sin quitar ni añadir, ni disimular cosa alguna; y poniendo cada pieza en su propio lugar? Así me parece que lo debemos suponer, cautivando nuestros juicios en obsequio de tantos sabios que han edificado sobre este fundamento, suponiéndolo bueno, sólido y firme. Yo también por la presente lo quiero suponer así, sin meterme á negar ó disputar antes de tiempo. No obstante; como el asunto se me figura de sumo interés, y por otra parte nadie me lo prohibe, quiero tener el consuelo de beber el agua en su propia fuente: de ver, digo, tocar y esperimentar por mí mismo, la conformidad que tienen, ó pueden tener estas ideas con la Escritura misma, de donde se tomaron: pues es cosa clara que causará mucho mayor placer el ver á Roma, por ejemplo, con sus propios ojos, que verla en relación ó en pintura.

PÁRRAFO II.

48. Todas las cosas generales y particulares que sobre este asunto hallamos en los libros, reducidas á pocas palabras, forman un sistema, cuya sustancia se puede proponer