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LA VENIDA DEL MESIAS
PARRAFO II.

37. No temáis, amigo, que yo no respete la autoridad de los antiguos padres, ni que quiera pasar los límites justos y precisos de esta autoridad. Los puntos que voy á tratar: lo primero, no pertenecen inmediatamente al dogma ni á la moral. Lo segundo, los antiguos padres no los trataron de propósito; apenas los trataron de paso, y esto algunos pocos, no todos ni los mas. Lo tercero, los pocos que tocaron estos puntos, no convinieron en un mismo sentimiento; sino que unos afirmaron, y otros negaron. Esta circunstancia es de sumo interés. Cuarto, en fin: ni los padres que afirmaron, ni los que negaron, si se esceptúa S. Epifanio, de quien hablaremos á su tiempo, trataron de errónea la sentencia contraria. Esta censura es muy moderna y por jueces muy poco competentes. S. Jeronimo, que era uno de los que negaban, dice espresamente, que no por eso condena, ni puede condenar á los que afirmaban: la que aunque no sigamos, parque muchos varones eclesiásticos y mártires la llevan..... reservamos al juicio del Señor[1].

38. Por todo lo cual parece claro, que quedamos en perfecta libertad para seguir á unos, y dejar á otros: para seguir, digo, aquélla opinión, que miradas todas ras razones, y pesadas en fiel balanza nos pareciere mas conforme mejor diré, únicamente conforme á la autoridad intrínseca, ó á todas las santas Escrituras del viejo y nuevo Testamento.

39. Concluyamos este punto para mayor confirmación con las palabras del gran Bosuet Este sábio y juicioso escritor en su prefacio á la esposicion del Apocalipsis, para allanar el paso al nuevo rumbo que va el seguir, se propone primero algunas dificultades: entre otras, la primera es la autoridad de los antiguos padres, y el común sentir de los intérpretes, los cuales han entendido en el Apocalipsis, no

  1. Quae licet non sequamur, quia multi ecclesiasticorum virorum, et martyres, ita dixerut... judicio Domini reservamus.—Hieron. in c. xix Jerem.