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LA VENIDA DEL MESIAS

33. El mismo santo doctor, para no negarse á sí mismo, protesta en otro lugar, que él no quiere que se haga otra cosa con sus escritos, sino lo que él mismo hace con los escritos de otros doctores: esto es, tomar lo que le parece conforme á la verdad, y dejar ó impugnar lo que le parece contrario ó ageno de la misma verdad. Porque las disputas de los hombres, por católicos y respetables que sean, no merecen la misma fe que los escritos canónicos: de manera, que no podámos, salvo el honor que les es debido, apartarnos ó impugnar sus sentencias, siempre que viéremos en ellas algo que contradiga á la verdad, que con el auxilio divino nosotros ú otros hubiéremos alcanzado. Esta es mi conducta con los escritos agenos, y esta es la que quiero se observe con los mios[1].

34. Pues como en las cosas particulares que vamos á tratar, la autoridad estrínseca es el único enemigo que tenemos que temer, y el que casi á cada paso nos ha de hacer la mas terrible oposición; parece conveniente, y aun necesario, decir alguna palabra sobre esta autoridad, dejando desde aora presupuesto y asentado lo que hay cierto y seguro en el asunto. La autoridad de los antiguos padres de la Iglesia, es sin duda de sumo peso, y debemos no solo respetarla, sino rendirnos á ella enteramente; no á ciegas, ni en todos los casos posibles, sino en ciertos casos, y con ciertas precauciones y limitaciones que enseñan los teólogos, y que practican ellos mismos frecuentemente. Ved aquí una proposición general en que todos convienen. "Cuando todos, ó casi todos los padres de la Iglesia, concurren unánimemente en la esplicacion ó inteligencia de algún lugar de la Escritura, este consentimiento unánime

  1. Neque enim quorumlibet disputationes quamvis catholicorum, et laudabilium hominum, velut scripturas canonicas habere debemus, ut nobis non liceat, salva honorificentia, quae ipsis debetur, aliquid scriptis improbare, atque respuere, si fortè invenerimus, quod alitèr senserint, quam veritas habeat: divino adjutorio, vel ab aliis intellecta, vel á nobis. Talis sum ego in scriptis aliorum: tales ego volo intellectores meorum.—Div. Augustinus.