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LA VENIDA DEL MESIAS

ocultísimo debajo de oscuras metáforas, para que no se entendiese fuera de su tiempo? La inteligencia de estas cosas, no depende, señor mio, de nuestro ingenio, de nuestro estudio, ni de la santidad de nuestra vida: depende solamente de que Dios quiera darnos la llave, de que quiera darnos el espíritu de inteligencia: porque si el gran Señor quisiere, le llenará de espíritu de inteligencia[1]: y Dios no acostumbra dar sino á su tiempo: mucho menos aquellas cosas que fuera de su tiempo pudieran hacer mas daño que provecho. Los antiguos es innegable, que no entendieron muchas cosas que aora entendemos nosotros, y los venideros entenderán muchas otras, que nos parecen aora ininteligibles; porque al fin no se escribieron sino para algun fin determinado, y este fin no pudiera conseguirse, si siempre quedasen ocultas. Ocultas estaban, y lo hubieran estado toda la eternidad sin escribirse, ni habria para que usar esta diligencia inútil é indigna de Dios.

29. De un modo semejante discurrimos sobre la segunda causa de nuestra falta de inteligencia. Si algunas cosas, y no pocas, de las que leemos en las Escrituras no se acomodan con aquel sistema, ó con aquellas ideas que hemos adoptado, antes se les oponen manifestamente, ¿como será posible en este caso que las podamos entender? Al paso que el sistema nos parezca único, y nuestras ideas evidentes, á ese mismo paso deberá crecer la oscuridad de aquellas Escrituras, que son visiblemente contrarias, y algunas veces contradictorias. Se harán en todos tiempos esfuerzos grandísimos por los mayores ingenios para conciliar estos dos enemigos; mas serán inútiles necessariamente: ¿por qué razón? Por la misma que acabamos de apuntar. Porque nuestro sistema nos parece único, y nuestras ideas evidentes. Y siendo así todos los esfuerzos que se hicieren, no se encaminarán á otro fin que hacer ceder á las Escrituras, para que se acomoden al sistema,

  1. Si enim Dominus magnus voluerit, spiritu intelligentiae replebit illum.—Eccli. xxxix, 8.