Por consiguiente, la fórmula [8] da para los dos péndulos:
y por lo tanto,
esto es, que la relación entre el peso y la masa es para ambos péndulos la misma. La hemos llamado g en la fórmula [9]; obtenemos, pues, la ecuación
Por donde se ve que g puede determinarse por medio de la longitud del péndulo y del número de oscilaciones.
Muchas veces se expresa la ley de la proporcionalidad del peso a la masa de la siguiente manera:
Se entiende por masa pesada simplemente el peso dividido por g; y a la masa propiamente dicha añádese el adjetivo «inerte», para distinguirla de la anterior.
Ya Newton sabía que esta ley vale exactamente. Hoy está comprobada por las más exactas mediciones que la física conoce; fueron éstas llevadas a cabo por Eoetvoes (1890). Es, pues, totalmente legítimo emplear las pesadas en la balanza, no sólo para comparar los pesos, sino también las masas.
Debería pensarse que una ley como ésta había de estar firmemente arraigada en los fundamentos de la mecánica. Sin embargo, no es el caso, como demuestra nuestra exposición que reproduce con bastante fidelidad el contenido de la mecánica clásica. Más bien diríase que está pegada, como una especie de curiosidad, al nexo de las demás proposiciones. Muchos pensadores se han asombrado de ello, pero nadie buscó tras este hecho una conexión más profunda. Hay muchas diferentes fuerzas que pueden impulsar una masa; ¿por qué no