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La teoría de la relatividad de Einstein.

Si admitimos que, fuera de los cuerpos S1 y S2, no existe ningún otro cuerpo material, entonces no es posible, en efecto, explicar el distinto comportamiento de S1 y S2. Pero tal comportamiento ¿es un hecho empírico? No lo es, sin duda alguna. No se pueden en ningún caso recoger experiencias sobre dos cuerpos aislados en el espacio cósmico. Admitir que dos cuerpos reales S1 y S2 se comportan diferentemente en esas circunstancias es cosa que no se funda en nada. Hay que aspirar, más bien, a que una mecánica satisfactoria excluya tal suposición.

Pero si en dos cuerpos reales S1 y S2 observamos el descrito comportamiento diferente—y conocemos, en efecto, planetas más o menos aplastados—no podremos considerar como causa de ello sino masas lejanas. En el mundo real existen, efectivamente, esas masas lejanas, el ejército de los astros todos. Sea cual fuere el cuerpo celeste que elijamos, siempre le veremos rodeado de otros muchos que se hallan separados de él por enormes distancias y que se mueven relativamente unos a otros con lentitud tal que pueden considerarse como una masa firme hueca, en cuya oquedad reside el referido cuerpo.

Esas masas lejanas tienen que ser la causa de las fuerzas centrífugas. Todas las experiencias convienen con este aserto; pues el sistema de referencia de la astronomía, con respecto al cual se determinan las rotaciones de los cuerpos celestes, está elegido de tal manera, que los movimientos aparentes de las estrellas fijas, relativamente al sistema de referencia, son muy desordenados y carecen de una dirección privilegiada. El aplastamiento de un planeta es tanto mayor cuanto mayor sea su velocidad de rotación respecto de ese sistema de referencia fijo en las masas lejanas.

Por consiguiente, exigiremos que las leyes de la mecánica y las de la física en general no contengan mas que las posiciones relativas y los movimientos relativos de los cuerpos. No debe haber a priori un sistema privilegiado, como lo son los sistemas inerciales de la mecánica de Newton y de la teoría especial de la relatividad de Einstein, pues de otra suerte entrarían en