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El principio especial de la relatividad.

movimiento, si no se conoce el movimiento del sistema con respecto del éter.

Pero el resultado de todas las investigaciones experimentales ha sido que un movimiento con respecto al éter no es comprobable por ninguna observación física. De aquí se infiere que una simultaneidad absoluta no puede tampoco comprobarse nunca de ninguna manera.

Desaparece lo paradójico de esta afirmación cuando se ve claramente que para comparar el tiempo por medio de señales luminosas hay que conocer de antemano el valor exacto de la velocidad de la luz; pero para medir esta velocidad hace falta saber de antemano determinar una duración del tiempo. Hay aquí evidentemente un circulo vicioso.

Pero si no es posible llegar a una simultaneidad absoluta, cabe, sin embargo, como observa Einstein, definir una simultaneidad relativa para todos los relojes que se encuentren unos con respecto a otros en relativa inmovilidad, y para ello no hace falta conocer el valor de la velocidad de las señales.

fig108
fig108

Vamos a demostrarlo primero sobre el ejemplo de nuestro tren de remolque. Hallándose éste en reposo, podrá conseguirse una marcha igual de los relojes situados en los barcos A y B, del modo siguiente (fig. 108): se colocará un bote C exactamente en el centro de la amarra entre A y B, y se disparará un tiro en el bote. El tiro se oirá simultáneamente en A y en B.

Pero si el tren de remolque S está en movimiento, cabe, naturalmente, emplear el mismo procedimiento; y si los marineros no caen en la cuenta de que están en movimiento con respecto al aire, quedarán convencidos de que los relojes en A y B andan iguales.

Otro tren de remolque S', cuyos barcos A', B', C' están separados por las mismas distancias exactamente que los correspondientes del primer tren S ha regulado sus relojes de la misma manera. Supongamos ahora que uno de los trenes alcanza al