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La teoría de la relatividad de Einstein.

cribiendo todas las imágenes innecesarias y todas las analogías que proceden de un estado primitivo y grosero de la experiencia.

El éter substancial desaparece desde ahora de la teoría. En su lugar pónese el «campo electromagnético» abstracto, como simple auxiliar matemático, útil para describir cómodamente los procesos en la materia y sus conexiones regulares [1].

El que se atemorice ante tal concepción formal, que piense en la abstracción siguiente, que es muy análoga y a la cual hace tiempo que está acostumbrado:

Para determinar el lugar en la superficie terrestre, sitúanse en las torres, en las montañas y otros puntos visibles signos trigonométricos, en los cuales se señala la longitud y la latitud geográfica. Pero en el mar nada de eso existe; las longitudes y latitudes son solamente pensadas o, como se dice también, virtuales. Cuando un barco quiere determinar un lugar, entonces, por medio de observaciones astronómicas, transforma en una realidad lo que es una mera intersección de esas lineas imaginarias, hace del lugar virtual un lugar real. Del mismo modo debe concebirse el campo electromagnético. La tierra firme corresponde a la materia; las señales trigonométricas, a las variaciones físicas determinables. El mar, empero, corresponde al vacío, y los círculos meridianos y paralelos, al campo electromagnético imaginado. Este es virtual, hasta que un cuerpo de ensayo se le acerca y lo hace visible por medio de sus reales variaciones; justamente como el barco realiza el lugar goegráfico virtual.

Sólo quien se haya apropiado realmente esta manera de concebir, logrará entender la posterior evolución de la doctrina del espacio y el tiempo. Los diferentes hombres son diferentemente accesibles a la progresiva abstracción, objetivación y relativización. Los antiguos pueblos cultos del continente eu-

  1. Einstein ha propuesto recientemente que llamemos éter al espacio vacío provisto de campos gravitatorios y electromagnéticos; esta palabra no deberá designar ninguna substancia con los atributos tradicionales; así, en ese éter no hay puntos determinables, y es absurdo hablar de un movimiento con relación al éter. El uso que propone Einstein de la palabra éter es admisible naturalmente, y si se hace habitual, será bastante cómodo.