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La teoría de la relatividad de Einstein.

Así, pues, tenía que poderse determinar la refractabilidad de la luz por medio de la constante de dielectricidad, conocida por mediciones puramente eléctricas. Para algunos gases, como el hidrógeno, el óxido de carbono, el aire, es efectivamente el caso así, como lo ha demostrado L. Boltzmann (1874); para otras substancias, la relación de Maxwell no es exacta; pero entonces el índice de refracción no es constante, sino que depende del color de la luz (número de vibraciones). Aquí aparece como causa de perturbación la dispersión de la luz; volveremos sobre esto desde el punto de vista de la teoría de los electrones. En todo caso, es claro que la constante de dielectricidad, medida estáticamente, coincidirá tanto mejor con el cuadrado del índice de refracción, cuanto más lentas sean las vibraciones o más largas las ondas de la luz empleada; vibraciones infinitamente lentas son idénticas a un estado estático. La moderna investigación de la esfera de las ondas largas en los rayos luminosos y térmicos, llevada a cabo por Rubens, ha dado por resultado una completa confirmación de la fórmula de Maxwell.

Por lo que se refiere a las leyes más geométricas de la óptica, la reflexión y refracción, la doble refracción y polarización en cristales, etc., desaparecen en la teoría electromagnética de la luz todas las dificultades, que para las teorías del éter elástico eran casi insuperables. La principal de esas dificultades era la existencia de ondas longitudinales que se presentan al atravesar la luz por las superficies-límites entre dos medios; esas ondas longitudinales no podían suprimirse a no ser estableciendo hipótesis muy inverosímiles sobre la constitución del éter. Pero las ondas electromagnéticas son siempre exactamente transversales. Así desaparece esa dificultad. Formalmente, la teoría de Maxwell es casi idéntica a la teoría del éter que formuló MacCullagh, como ya hemos dicho antes (IV, 6, página 125); puédese, sin nuevo cálculo, trasladar la mayor parte de sus deducciones.

No podemos seguir en detalle la ulterior evolución de la electrodinámica. El lazo de unión entre la luz y el electromagne-