y expresan que todas las líneas de fuerza son cerradas o van al infinito. Para obtener una imagen, aunque sea grosera, del proceso vamos a representarnos líneas de fuerza singulares, cerradas.
Las otras dos ecuaciones de los campos dicen:
Admitamos, empero, que en cierto espacio limitado domina un campo eléctrico E que varía en el pequeñísimo tiempo t de una cantidad e; su velocidad de variación será . Según la ecuación primera enróscase en ese campo, al momento, un campo magnético que es proporcional a la velocidad de variación ; este campo también variará, durante un pequeño tiempo consecutivo t, de una cantidad h. Su velocidad de variación induce al mismo tiempo, según la segunda ecuación, un campo eléctrico abrazado al anterior. En el próximo y pequeño espacio de tiempo, este campo produce nuevamente, según la ecuación primera, un campo magnético que se abraza a él, y así se prolonga el proceso a modo de cadena con velocidad finita (fig. 93). Naturalmente es ésta una muy torpe descripción del proceso, que, en realidad, se extiende continuo en todas las direcciones; más tarde podremos bosquejar una imagen más adecuada.
Lo que nos interesa particularmente es lo siguiente: sabemos por la mecánica que la producción de una velocidad finita de propagación de ondas elásticas obedece a los retrasos que sobrevienen a consecuencia de la inercia de las masas, al trasladar las fuerzas de un punto a otro. La inercia de las masas, empero, es determinada por la aceleración, y ésta es la velocidad