Maxwell observó (1864) que lo que para el campo magnético es justo, es para el campo eléctrico aplicable. La representación de los dípolos obliga a admitir también una corriente dieléctrica de desplazamiento, que pasa por los no-conductores, cuando se altera el campo eléctrico E; si llamamos e a la alteración o variación de E en el tiempo t, resulta que la densidad de la corriente dieléctrica de desplazamiento es igual a .
Esta teoría de Maxwell, que en nuestra exposición casi parece trivial, es de enorme importancia, pues luego fué la clave de la teoría electromagnética de la luz. Vamos a explicar claramente su sentido en un caso concreto. Los polos de una célula galvánica los unimos por dos hilos a las placas de un condensador; en uno de los dos hilos ponemos una llave o interruptor (figura 92). Si se cierra éste, pasa una corta corriente, que carga las dos placas del condensador; entre éstas se produce un campo eléctrico E. Antes de Maxwell se consideraba este proceso como «corriente abierta»; pero Maxwell dice que, mientras aumenta el campo E entre las placas del condensador, corre una corriente de desplazamiento que completa la corriente conducida y la cierra. Tan pronto como las placas del condensador están cargadas, cesan ambas corrientes, la conducida y la de desplazamiento.
Lo esencial es que Maxwell sostiene que la corriente de desplazamiento produce, lo mismo que la corriente conducida, un campo magnético según la ley de Biot y Savart. Y, en efecto, es así; lo han demostrado no sólo los éxitos de la teoría de Maxwell, por su exacta predicción de numerosos fenómenos,