bra anteriormente (IV, 6, pág. 125); pues las ecuaciones diferenciales refiérense a la variación topográfica de las fuerzas del campo de lugar en lugar; pero no contienen ningún miembro que exprese una variación temporal. Por lo cual no condicionan una propagación de la fuerza eléctrica con velocidad finita, sino que, a pesar de la forma diferencial, exponen una acción momentánea a distancia.
La teoría del magnetismo se desenvolvió de igual manera que la electroestática. Podemos, pues, abreviar. La diferencia esencial entre las dos esferas de fenómenos es que hay cuerpos que conducen la electricidad, mientras que el magnetismo está adherido con la materia y no se mueve sino con ésta.
Un cuerpo alargado y magnetizado, una aguja magnética, tiene dos polos, esto es, dos lugares de los cuales parece salir la fuerza magnética; rige la ley de que dos polos de igual nombre se repelen y dos de nombre distinto se atraen. Si se parte la aguja magnética, los dos trozos no quedan magnetizados contrariamente, sino que cada trozo adquiere en el punto de rotura un nuevo polo y se torna en una aguja magnética completa con dos polos iguales. Y esto sucede en todos los trozos en que se divida la aguja, por pequeños que sean.
Se ha inferido de aquí que existen, sin duda, dos clases de magnetismo, como en la electricidad; pero que estas dos clases no pueden moverse libremente, sino que se presentan en las mínimas partes de la materia, en las moléculas, en igual cantidad cada una, pero separadas. Cada molécula es pues, una pequeña aguja magnética con sus polos Norte y Sur (fig. 77); la magnetización de un cuerpo finito consiste en que todos los magnetos o imanes elementales, que estaban antes en pleno desorden, se colocan paralelamente. Entonces compénsanse los efectos de los polos sucesivos Norte (+) y Sur (—), hasta los dos extremos de la serie,