INTRODUCCION
El mundo no está dado simplemente al espíritu que reflexiona e inquiere. Su imagen fórmase y compónese de innumerables sensaciones, intuiciones, transmisiones, recuerdos, experiencias. Por eso no hay quizá dos seres pensantes cuyas imágenes del universo coincidan en todos sus puntos.
Cuando una representación llega a ser, en sus rasgos esenciales, un bien común a grandes masas de hombres, entonces prodúcense esos movimientos espirituales que se llaman religiones, escuelas filosóficas, sistemas científicos; un caos inextricable de opiniones, dogmas, convicciones. Parece punto menos que imposible descubrir un hilo conductor que pueda ordenar, en una serie claramente visible, todas esas teorías enmarañadas que se separan en un punto para volver a reunirse en otros.
¿A qué grupo pertenece la teoría de la relatividad de Einstein, cuya exposición constituye el objeto de esta obra? ¿Es solamente una parte especial de la física o de la astronomía, interesante quizá por sí misma, pero sin gran importancia para la evolución del espíritu humano? ¿Es por lo menos el símbolo de una especial dirección del espíritu, que resulta caracterís-