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La teoría de la relatividad de Einstein.

ra P desde el instante t = 0 hasta el instante t; este número es, como sabemos, , siendo s el camino recorrido por las ondas. Es evidente que, en el caso de ondas perpendiculares, s=y.

La invariancia del número de ondas exige que

,

cuando las coordenadas se calculan con la transformación de Galileo. Pero en ésta la coordenada y permanece invariable; por tanto, debe ser:

{{c| y ; y, por tanto, .}

El observador en movimiento ve, pues, una onda de igual frecuencia, velocidad y dirección; pues si ésta estuviese cambiada, tendría que depender el número de ondas en S', de x' además de y'.

Parece, pues, que la teoría ondulatoria no está en condiciones de explicar el hecho, sencillo y conocido desde hace doscientos años, de la aberración.

Pero la cosa no es tan desesperada. El fundamento que explica el fracaso de la reflexión que hemos hecho es que los instrumentos ópticos con que se hacen las observaciones, y entre ellos la simple vista, no determinan la posición del frente de ondas incidente, sino que realizan muy diferente labor.

Caracterizase la función del ojo o del telescopio por ser una reproducción óptica, y consiste en que los rayos procedentes de un objeto iluminado se reúnen en una imagen. Al acontecer esto, la energía vibratoria de las partículas del objeto es transportada por las ondas luminosas hacia las partes correspondientes de la imagen. Los caminos de ese transporte de energía son, efectivamente, los rayos físicos. Mas la energía es una cantidad que, según la ley de conservación, puede, como una substancia, transformarse, pero ni nacer ni desaparecer. Por lo