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La teoría de la relatividad de Einstein.

será v veces más grande que si la Tierra está inmóvil; y si se mira a la misma estrella medio año después con el mismo telescopio, entonces la velocidad de la luz en las lentes será v veces más pequeña. Ahora bien; la cantidad de refracción en una lente está determinada por la velocidad de la luz; podría, pues, esperarse que el foco de la lente en ambos casos tenga una posición diferente. Este seria un efecto del primer orden, pues la diferencia de la velocidad de la luz, en ambos casos, sería 2v, y su relación con la velocidad en el éter inmóvil .

Arago ha realizado, efectivamente, este experimento; pero no ha encontrado ninguna diferencia en la posición de los focos. ¿Cómo explicar esto?

Antes hemos hecho, evidentemente, la suposición de que la velocidad de la luz en un cuerpo que se mueve con respecto al éter, al encuentro del rayo, con la velocidad v, es mayor y justamente en la cantidad v, que si el cuerpo estuviera inmóvil en el éter. Dicho de otro modo: hemos admitido que el cuerpo material pasa a través del éter sin llevárselo consigo en lo más mínimo, como una red va por el agua del mar tirada por el bote pesquero.

El resultado del experimento enseña que tal no es el caso. Más bien ha de tomar parte el éter en el movimiento de la materia; la cuestión es saber en qué cantidad.

Fresnel determinó que para explicar la observación de Arago y todos los demás efectos del primer orden basta que el éter sea arrastrado sólo en parte por la materia. Vamos a exponer esta teoría, que fué más tarde brillantemente confirmada por la experiencia.

El punto de vista, más radical, de que el éter toma parte enteramente en el movimiento de la materia, lo ha defendido más tarde, sobre todo, Stokes (1845). Este físico admitió que la Tierra arrastra consigo, en su interior, el éter, y que ese movimiento del éter va poco a poco disminuyendo hacia afuera, hasta llegar a la inmovilidad del éter cósmico. Es claro que, en tal caso, todos los fenómenos luminosos en la Tierra verifí-