acción reciproca de los movimientos del éter y de la materia, que por ellas se expliquen en su totalidad los fenómenos ópticos?
Recordemos ahora la teoría del principio clásico de la relatividad. Según él, el espacio absoluto no existe sino en sentido limitado; pues todos los sistemas inerciales que se mueven, unos respecto de otros, con movimiento rectilíneo uniforme pueden considerarse con igual derecho como inmóviles en el espacio. La primer hipótesis sobre el éter luminoso que se presenta será, pues:
El éter en el espacio cósmico, fuera de los cuerpos materiales, está inmóvil en un sistema inercial.
Si así no fuera, habría partes del éter aceleradas; manifestaríanse entonces en él fuerzas centrifugas y, como consecuencia de ellas, variaciones de densidad y elasticidad, y debería esperarse que la luz de los astros nos diera conocimiento de ello.
Esta hipótesis satisface, por la forma, el principio clásico de la relatividad; si el éter se considera como cuerpo material, entonces los movimientos de traslación que los cuerpos verifiquen con respecto al éter son movimientos relativos, como los de dos cuerpos uno con respecto del otro, y un movimiento común de traslación del éter y de toda materia no seria apreciable ni mecánica ni ópticamente.
Pero la física de los cuerpos materiales solos, sin el éter, ya no necesita satisfacer al principio de relatividad; una traslación común de la materia toda, sin que en ella tome parte el éter, es decir, un movimiento relativo al éter, podría muy bien comprobarse por medio de experimentos ópticos. En tal caso, el éter definiría, prácticamente, un sistema de referencia absoluto. La cuestión que interesa en lo que ha de seguir es la de si los fenómenos ópticos observables dependen sólo de los movimientos relativos de los cuerpos materiales, o si el movimiento en el mar del éter puede observarse.
Una onda luminosa se caracteriza por tres notas:
1.ª El número de vibraciones o frecuencia.
2.ª La velocidad.
3.ª Le dirección de propagación.