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Celín

toy yo para perder el tiempo de esta manera?

El río se desecaba rápidamente, mejor dicho, se retiraba inquieto y murmurante á otras regiones. Al llegar á este punto, dice muy serio Gaspar Díez de Turris que aquel enojo de la señorita por la desaparición del Alcana era más bien estratagema de su amor propio que sentimiento sincero y veraz, y que para suponerlo así se apoya en documentos irrecusables encontrados en el archivo de la casa de Pioz. Después cuenta que como continuase lloviendo, el travieso Celín salió de la cueva y empezó á arrojar piedras contra el cielo. Era cosa de ver cómo los proyectiles herían las nubes, perdiéndose en ellas.

— ¡Oh!, chico, ¿también tiras al cielo? le dijo Diana asustadísima—. Eso es pecado. Al cielo no, al cielo no.

Y entonces se verificó el más grande prodigio de aquella prodigiosa jornada; á saber: que las nubes, heridas por las piedras, corrieron presurosas, y pronto se despejó el firmamento. Diana miraba las nubes empujándose unas á otras, como las reses de un rebaño á quienes el pánico hace correr á la desbandada. El sol inundó entonces con sus rayos picantes toda la comarca, y cielo y tierra sonrieron. La joven y Celín pudieron 13 -