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VII

El episodio del barril.

Los de la policía habían llevado á la casa un cupé demás, y en él conduje á la señorita Morstan á su casa. Todas las emociones de la noche las había soportado con la angélica conformidad de las mujeres, y mientras se hallaba al lado de alguien más débil que ella, necesitado de su ayuda, había sabido conservar la calma en el rostro cuando fuí en su busca, la encontré tranquila y plácida, acompañando á la aterrada ama de llaves. Pero, ya dentro del carruaje, comenzó por casi desmayarse y luego rompió á llorar con amargura, tanto la habían impresionado las aventuras de la noche. Después me ha dicho que yo le parecí en ese momento frío é indiferente. No se imaginaba la lucha que se efectuaba en