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»berlo ejecutado. Los tres sikas fueron condena»dos á trabajos forzados perpetuos, y yo á muer»te; pero después me conmutaron la sentencia »y quedé en igual condición que los otros.

»¡ Extraña posición la nuestra! Los cuatro nos »encontrábamos con la cadena al pie, nuestras »probabilidades de escape eran casi nulas, y »mientras tanto, con el secreto que poseíamos »habríamos podido vivir cada uno en un palacio.

»Era cosa de arrancarse á pedazos el corazón »el tener que soportar las patadas y puñetazos »de cualquier miserable guarda—chusma, y no co»mer más que arroz, y no beber más que agua, »cuando la fortuna estaba allí cerca, esperando » únicamente que extendiéramos hacia ella la »mano. Al principio temi volverme loco, pero »siempre he sido muy tereo, y consegui dominar »mi impaciencia, esperando que el buen momen»to había de presentarse.

»Un día me imaginé que éste había llegado »por fin. Los cuatro fuimos transportados de »Agra á Madrás, y de allí á la isla Blair, del »grupo de las Andaman. Los presidiarios blanncos son raros en ese punto, y como mi conducta había sido buena desde el principio, llegué pron»to á gozar de ciertos privilegios. Me dieron una »choza en el pueblo de Esperanza, pequeño lu—.

»gar situado en la falda del monte Hariet, y me -