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»nos repartiremos el tesoro del rajá. ¿Qué dice usted, sahib?

»En Worcestershire consideramos grande y »sagrada la vida de un hombre, pero en un país »donde todo en vuestro derredor es fuego y san"gre, y se tropieza con la muerte á la vuelta de de cada esquina, el asunto varía de aspecto.

Que Achmet el comerciante hubiera existido ó ono, me era indiferente, mientras que al oir ha»blar del tesoro, el corazón me había dado un »vuelco, ante la idea de todo lo que podría hacer con el dinero en mi tierra natal, y de la cara »que mis parientes pondrían al ver que su anunsca bueno para nada» regresaba con los bolsillos »llenos de oro. Así, pues, en el acto me decidi; »pero Abdullah Khan creyó verme vacilante y »sc empeñó en hacer más patente su demostra»ción.

»Piense usted, sahib—continuó, en que si veste hombre cae en manos del comandante, se»rá ahorcado ó fusilado y las joyas irán á parar »á manos del Gobierno, con lo que nadie ganará »ni una rupia. Y si á nosotros nos toca arrestar »al hombre, ¿por qué no nos ha de tocar igual»mente el tesoro? Las joyas estarán mejor on »nuestro poder que en las arcas de la compa»ñía. Con ellas tendremos los cuatro más que »suficiente para ser muy ricos y grandes jefos.